Cada día que un paciente pasa en terapia intensiva conectado a un respirador sube el riesgo de que sea víctima de una infección intrahospitalaria. La posibilidad de reducir ese margen, que puede significar la diferencia entre la vida y la muerte, es clave. Con esa premisa, en el Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires comprobaron que mediante el uso de la inteligencia artificial esa meta es posible.